El lunes 6 de febrero del presente año ocurrieron fuertes terremotos de magnitud 7,8 que sacudió el sur de Turquía y parte de Siria, al que consideran los expertos como el terremoto más fuerte ocurrido en Turquía en los últimos 100 años.

Como consecuencia de estos terremotos hay grandes daños materiales y ya se han registrado, al menos, 12.000 muertos y unos 39.000 heridos, una cifras que continúan en aumento.

Los supervivientes de la catástrofe se han quedado sin sus hogares y han perdido a familiares y amigos. Consideran que ya  lo han perdido todo.

De manera que aunque todavía se mantengan en pie algunas viviendas, los sobrevivientes no se atreven a regresar a ellas por si se derrumban.

Enfrentan ahora a una situación complicada, lo han perdido todo y hay que agregar las condiciones climatológicas donde el frío es extremo.

Así que muchos piensan que lograron salvarse en medio de los derrumbes de las viviendas pero no creen puedan superarlo en medio de esa situación donde el frio les azota

Por eso, algunas victimas de estos terremotos se han refugiado en colegios y alrededor del calor alrededor de hogueras encendidas en una noche fría.

Así que hay que agradecer la iniciativa de muchos países que están llegando con apoyo logístico.

Mientras, los equipos de rescate, junto voluntarios de todas partes trabajan sin descanso para poder localizar supervivientes entre los escombros.

Por tal razón, el gobierno de Turquía ha decretado un estado de emergencia que puede mantenerse durante los tres próximos meses en las regiones afectadas.

Ante todo lo aquí comentado les pido nos unamos en oración y recurramos a la Palabra de Dios pidiendo su auxilio:

“Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos»

Hebreos 4,16

Les dejo un video que ilustra la situación: Más de 12.000 muertos y al menos 54.000 heridos por el terremoto en Turquía y Siria https://www.youtube.com/watch?v=LrAn9CbUEAk

Espero que en una próxima reflexión no tenga que tratar algo tan doloroso. 

                                                         Ilgra Daza